Jarrat pone su sabiduría literaria al servicio de la memoria: el retorno a su infancia y juventud en una urbe durante la presencia militar británica y el reinado de Faruk. Alejándose de la perspectiva cosmopolita que retrata Durrell en el Cuarteto, su Alejandría es la de un muchacho de familia modesta, perteneciente a la minoría copra y cuyos cinco sentidos han despertado al contacto con la ciudad. Paisajes urbanos llenos de vida, talleres de artesanos, almacenes, tranvías, olores salinos, aromas de especias, sensaciones efímeras, emociones intensas...