La publicación de los Cuadernos negros de Martin Heidegger, entre los años 2013 y 2015 en Alemania, causaron un profundo revuelo en el panorama filosófico. Se reabrió a partir de entonces un debate, muchas veces reduccionista. La grandeza del filósofo y la mezquindad del nazi constituían una paradoja inaceptable: «si ha sido un gran filósofo, entonces no fue un nazi; si fue un nazi, entonces no ha sido un gran filósofo». Pero ambas posiciones son retóricas y profundamente antifilosóficas, como nos viene a demostrar Donatella Di Cesare en este estimulante ensayo.
La razón del escándalo que ha sacudido al mundo de los «heideggerianos» y a la filosofía continental es que los Cuadernos negros muestran a un filósofo consciente de sus decisiones políticas, atento a las vicisitudes históricas. Su compromiso político durante los años del nazismo no fue ni un accidente ni un error. Fue, antes bien, el resultado de una elección política coherente con el propio pensamiento. Si resultan turbadores es porque dinamitan los esquemas con que se había venido interpretando a Heidegger hasta el momento. Pero el fino análisis de Donatella Di Cesare también nos muestra cómo el anti-semitismo metafísico de Heidegger se inserta en una larga tradición occidental que abordó, no sin hostilidad y sin la complicidad por parte de los filósofos, la Judenfrage o cuestión judía, bien como un interrogante, porque el judaísmo parecía escapar a una definición, bien como un problema que había que «resolver».