Charles Robert Maturin (Dublín 1782-1824) fue pastor 
	protestante, dramaturgo y novelista. Autor de 
	«Melmoth el errabundo» (Gótica nº 21), la obra cumbre
	de la novela gótica según opinión unánime de la crítica, 
	Maturin comenzó a escribir «Los albigenses» un año después
	de publicarse «Melmoth», influido por el éxito de «Ivanhoe»,
	novela histórica escrita por su protector sir Walter Scott.
	?Albigenses? es el nombre con que se conoce a los adeptos 
	al movimiento cátaro, una suerte de secta cristiana que acabó
	estableciéndose en el siglo XII en el Languedoc francés.
	Viendo con alarma las deserciones que aquellos disidentes
	estaban causando entre sus creyentes, el papa Inocencio III 
	hizo en 1208 un llamamiento a los nobles de Francia 
	para que los combatieran.
	La llamada ?cruzada albigense? degeneró en correría
	de matanzas, saqueos y destrucciones.
	Los cruzados tomaron Carcasona, Narbona y otras ciudades
	con escasa resistencia, dejando como trofeos cadáveres 
	de caballeros enemigos colgados de los árboles.
	La narración de «Los albigenses» comienza un día
	de otoño de 1216: los supervivientes de las matanzas
	de Béziers y Carcasona que habían huido a los montes
	emprenden un éxodo en busca de amparo hacia las tierras
	del rey de Aragón. Pero su camino pasa junto al castillo
	de Courtenaye que les impide el paso.
	El señor de Courtenaye, asustado, envía emisarios
	al conde De Montfort y al obispo de Toulouse,
	un consumado villano gótico, pidiéndoles ayuda.
	El castillo de Courtenaye, como el de Otranto o el de Udolfo,
	 y como todos los castillos de la ficción gótica, se convertirá
	en un hervidero de intrigas y horrores?