Cádiz, 1814. Fernando VII, el Indeseable, de vuelta de su exilio, ha abolido la Constitución liberal y restaurado un régimen absolutista que devolverá los privilegios a la nobleza y a la Iglesia y resucitará La Inquisición dentro de una manifiesta involución retrógrada. Los constitucionalistas, sin embargo, se resisten a aceptar una situación en la que la ciudad se convertirá en crisol de las luchas, dominantes en la España del siglo XIX, entre liberales y conservadores, seguidores del rey felón. Persecuciones, conspiraciones y pronunciamientos se suceden en un periodo que culminará con la nueva proclamación de la Constitución de 1812, ahora en 1820, fecha que marca -hace justamente doscientos años- el comienzo del Trienio Liberal. Dentro de este contexto histórico, encontramos a Beatriz, la joven protagonista del relato, una privilegiada hija de su tiempo, de familia liberal y acomodada, que se rebela indómita para superar las determinaciones que le impone la sociedad de la época y encarnar un modelo de mujer quizás muy adelantada a su tiempo, pero rabiosamente verosímil.
