Leo perdía cosas habitualmente: su peluche favorito, un lápiz de colores e incluso la paciencia. Pero el día que perdió sus gafas fue mucho peor. «¿Dónde las habré dejado?» ¡Ay, Leo, qué despistado!
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Vista previa: EL NIÑO QUE PERDIÓ SUS GAFAS
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