En estas piezas breves y luminosas, los hermanos Álvarez Quintero supieron retratar la ciudad no como postal, sino como respiración diaria: patios donde se murmura y se espera, tabernas que arropan y desencantan, calles llenas de voces, de gracia y de contradicción. Lejos del tópico, en sus obras hay humanidad, ternura, crítica social y una precisión admirable para captar el habla y el sentir de un pueblo. Esta antología recoge algunas de sus piezas más representativas, aquellas en las que mejor late la Sevilla íntima de entre siglos: la que aún vivía entre lo antiguo y lo nuevo, entre la fiesta y la resignación. Frente a la caricatura, aquí hay dignidad. Frente a la burla, hay compasión. Frente a la nostalgia vacía, hay memoria. Junto a su teatro breve, se incluyen también discursos e intervenciones poéticas que revelan el profundo amor que sintieron por su ciudad y el conocimiento atento de la Sevilla que vivieron y quisieron preservar. Durante décadas se les juzgó con ligereza, como si el éxito popular invalidara su valor literario. Pero basta leerlos con calma para descubrir un teatro vivo, escrito c