Había contemplado infinidad de veces el
plano de Paris como el caparazón de un
caracol que se enrosca en torno al Sena,
formando, sus 20 distritos, un auténtico
sudoku. Pero ¿qué había debajo de este
enigmático caparazón, qué historias
amables o truculentas, qué misterios y qué
anécdotas que ocultaban las Guías
Turísticas a los millones de visitantes?
Intenté descubrirlo y me decidí a
realizar un pausado 'Viaje al Fondo de
la Ciudad de Paris'. Tuve la suerte de
tener por guía a tio René, parisino de pura
raza, orgulloso de su tierra, orgulloso de
sus raíces. El mismo se dejaba acompañar,
en su mente, de escritores que
describieron Paris: Victor Hugo, Zola,
Balzac, Paul Verlaine. Conocía a todos los
pintores impresionistas y
postimpresionistas en cuyas retinas vibró
el aire de Paris: Manet, Monet, Sisley,
Gauguin. Y se sabía de memoria todas las
canciones inspiradas en Paris: las de Edith
Piaf, Yves Montand, Dalila, Brassens.
Paris, había sido, sobre todo, un sueño,
un sueño eterno, a veces, un sueño
equivocado. Un sueño lo fue para Henri
IV cuando dijo 'Paris vaut bien une
Messe'. Y lo fue para María de Medicis
que quiso convertir Paris en un Jardin de
la Toscana. Y Napoleon I se lamentaba en
su ultimo retiro de Santa Elena: 'Si el
cielo me hubiese dado sólo 20 años más,
la gente hubiera buscado en vano Paris'.
Y fue un sueño para Napoleon III y para
el Barón de Haussmann.