En "Pero el amor no basta", Miñana parte de su experiencia personal y familiar -con Daniel, su sobrino, como eje emocional y narrativo- para ofrecer una mirada lúcida sobre el amor incondicional, las políticas de cuidado y las estructuras sociales que determinan la vida de las personas con discapacidad. El resultado es una obra que trasciende lo íntimo para convertirse en una reivindicación universal de los derechos humanos y de la dignidad de las personas. Con un estilo cercano y una prosa de gran fuerza poética, Miñana combina el análisis social con la reflexión ética y la sensibilidad literaria, recordando que la fragilidad, lejos de ser una debilidad, constituye la verdadera fortaleza del ser humano. La autora invita a comprender la diversidad como una manifestación natural de la vida y un compromiso colectivo.