Los besos son acercamientos íntimos que comprometen a quienes los intercambian. En cambio, un abrazo te lo puede dar un familiar, un amigo o una amante. Es una muestra de afecto más blanca con la que envuelves a la otra persona. El autor, para reírse de su reputación de duro y convencido de que todo en la vida se puede solucionar con cariño, ha escrito un libro plagado de ellos. Los hay brutales, de despedida, soñados porque nunca te atreviste a darlos por vergüenza, fantasmales y curativos.